La medida del amor es Amar sin medidas ¡¡¡FELIZ DÍA DEL PÁRROCO!!!
Con mucho cariño saludamos en su día a nuestro párroco, Padre Andrés Mangas y damos gracias a Dios por el don de su vocación y su entrega desinteresada.
Año de la Misericordia: ¿Sabes cuáles son las obras de misericordia?
El Papa Francisco pide recordarlas y practicarlas
Las obras de misericordia son un hermoso catálogo de acciones, o mejor, de sentimientos y actitudes, que hacen efectivo y concreto el precepto del amor fraterno, distintivo de los cristianos. La Iglesia nos propone practicar y vivir estas “obras de misericordia” en todo tiempo y en toda ocasión. Son catorce: siete espirituales y otras siete espirituales:
Las siete obras de misericordia espirituales 1.- Enseñar al que no sabe.
2.- Dar buen consejo al que lo necesita.
3.- Corregir al que yerra.
4.- Perdonar las injurias.
5.- Consolar al triste.
6.- Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
El logo y el lema ofrecen juntos una buena síntesis del Año jubilar. Con el lema Misericordiosos como el Padre (tomado del Evangelio de Lucas, 6,36) se propone vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida (cfr. Lc 6,37-38). El logo – obra del jesuita Marko I. Rupnik – se presenta como un pequeño compendio teológico de la misericordia. Muestra, en efecto, al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre extraviado, recuperando así una imagen muy apreciada en la Iglesia antigua, porque indicaba el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su encarnación con la redención. El dibujo se ha realizado de manera que se destaque el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida. Además, es inevitable notar un detalle particular: el Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. Cristo ve con el ojo de Adán y este lo hace con el ojo de Cristo. Así, cada hombre descubre en Cristo, nuevo Adán, la propia humanidad y el futuro que lo espera, contemplando en su mirada el amor del Padre.
La escena se coloca dentro la mandorla que es también una figura importante en la iconografía antigua y medieval por cuanto evoca la copresencia de las dos naturaleza, divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del Padre que todo lo perdona.