Mensaje a los catequistas
con ocasión del 21 de agosto, día del catequista
Queridos catequistas:
En este día, quiero hacerme presente entre ustedes mediante este breve mensaje. Saben bien la atención prioritaria que he puesto en la catequesis de iniciación cristiana en nuestra diócesis, y también conocen la importancia que otorgo a la tarea tan noble y decisiva que ustedes realizan dentro de la Iglesia. Mi reconocimiento y afecto, por tanto, en este día.
Ya se perciben con claridad algunos frutos alentadores en la reforma emprendida. Ante todo, la recuperación del sacramento de la Confirmación como parte normal de la iniciación cristiana. ¡La Confirmación no es un sacramento optativo, para pocos! ¿No debemos alegrarnos de este don objetivo de la gracia?
También la baja de la edad para empezar la catequesis, nos permite comprobar la alegría con que los niños reciben el mensaje de la fe desde la tierna edad. Ellos descubren con santo asombro el mensaje de Jesús, que nos revela al Dios cercano y salvador de los hombres, con un corazón lleno de bondad y de misericordia. En una cultura cada vez más pagana y hostil a nuestra fe, ¡qué importante es llegar a su mente y su corazón antes que otros mensajes que van en dirección opuesta!
¿Por qué celebramos el día del catequista en coincidencia con la memoria litúrgica de San Pío X? La respuesta es clara: por el impulso que dio a la enseñanza del Catecismo para combatir la ignorancia religiosa. Y porque en la conciencia eclesial permaneció vivo el recuerdo de lo que él supo hacer con profética decisión al establecer que el niño es capaz de recibir la sagrada comunión con el Cuerpo del Señor, desde el momento en que sabe distinguir entre el pan material y el pan de la Eucaristía. A más de un siglo de distancia, seguimos valorando su clarividencia en momentos en que se ahondaba la crisis cultural y eclesial.
A la temprana iniciación y a la recuperación del sacramento de la Confirmación, hemos añadido un año más de catequesis, que en tiempo de gran ignorancia religiosa como el nuestro puede contribuir a fortalecer las bases de las cuales tendrán que vivir la vida entera.
No se me ocultan algunas dificultades que ya estaban previstas al poner en vigencia el nuevo plan. Pero los inevitables obstáculos que vemos aparecer deben ser enfrentados con mentalidad superadora y espíritu creativo. La Iglesia Católica no hubiese podido llegar hasta el día de hoy sin superar permanentes obstáculos, con la fuerza creadora del Espíritu Santo, bajo la guía de los pastores y el testimonio de santidad. Cuando se interponen piedras o vallas en un curso de agua que está vivo ¿qué hace el agua? ¡Crece y salta!
Queridos catequistas, les pido un favor: nunca equiparen este noble oficio con un trabajo o un empleo. ¡Se trata de una vocación! Es un compromiso ante Cristo y la Iglesia en el cual ustedes reciben mucho más de lo que dan. Sientan el honor que la Iglesia les hace al admitirlos como catequistas.
Esto conlleva la obligación moral de la formación permanente y del testimonio de vida cristiana. Aquí hay una responsabilidad que procura cubrir el Secretariado de Catequesis y también el Ce.Di.E.R. Pero queda pendiente un aspecto de responsabilidad personal que ninguna estructura ni norma exterior podrá sustituir.
No olviden nunca que dar catequesis es un acto de fe, que implica la actitud interior del creyente y la oración del catequista por sus catecúmenos. Implica también una actitud misericordiosa hacia quienes nos son confiados. Rezo mucho por ustedes en este día y les imparto de corazón mi bendición.
✠ Antonio Marino
Obispo de Mar del Plata
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